Te hago un descuento ( microcuento)...
Si tuviera que confesar como es que llegué a esa callejuela esa noche me habría avergonzado bastante, quizá fuera mi falta de valor, o mi orgullo y no querer rogarle, fuera lo que haya sido, no quise enfrentarlo y preferí salir a la calle y manejar sin rumbo. Las calles de la ciudad luego de una lluvia tienen ese aspecto desierto que tanto bien le hace a la mente, como si la ciudad y tú estuvieran solos, el camino y tú, los dos solos, existe alguna clase de magia en esas noches en que paseas por ahí tratando de no pensar, en definitiva existe, o al menos eso me parecía ella. Cuando la vi no pensé nada, al menos el viajecito estaba funcionando, sólo me parecía una mujer perdida bajo la lluvia. "¿Quieres subir?" cruzó por mi mente, pero vamos, yo no era el tipo de hombre que invita a una mujer de la calle a subir al coche y después, ¿qué? La idea de pagar por sexo no es algo que reproche o repruebe, pero hace mucho que había dejado atrás la tentación. Pero estaba dolido y cuan