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Mostrando las entradas de 2016

La cartera.

La cartera. Petro Alejandrovich no había logrado gran cosa en su vida, se esforzaba claro está, pero sus esfuerzos topaban con pared cada vez, ya fuera porque el clima no era propicio, ya fuera porque le era menester los deberes que detestaba hacer pero le eran ineludibles, pero siempre encontraba una excusa. Pese a todo había logrado ser funcionario, encerrado en su oficina de nueve a cinco, con la hora de la comida cronometrada y casi los mismos rostros día tras día durante diez años seguidos. Una vez concluida su jornada laboral se dirigía a casa, su solitario departamento le esperaba con los deberes del día anterior y la cena congelada que comía mientras veía la televisión; no era aficionado del cine o los deportes, le gustaban los telejuegos, esos programas donde un montón de pobres diablos perdían la poca dignidad que tenían por dinero, le divertían de sobremanera aquellos donde se les golpeaba, mojaba, vejaba y hacía caer a aguas asquerosas, se reía a carcajadas y las lágri

Chomsky

Chomsky La muerte es el destino final de todo lo que vivió, vive y vivirá, pero ¿qué es la muerte? "La muerte es sólo una ilusión", dijo la figura negra detrás de Edmund Sinclair, el más grande mago y escapista, quien por desgracia fallaría en su último escape. Así como Sinclair la muerte está presente cada vez que algo muere, no sólo en su faceta antropomórfica sino en todas y cada una de sus formas. Desde la bacteria sospechosamente más oscura y cuyo flagelo parece una guadaña hasta los enormes esqueletos que surcan los océanos. La muerte llega a toda criatura. En su palacio alojado en el desierto del tiempo la muerte ve las vidas ir y venir a través de los relojes de arena. Dentro de los aposentos de la muerte existe una habitación con estantes tan altos como montañas y que se extienden hasta donde alcanza la vista, la habitación de los relojes, debidamente arreglados por especie y ubicación. También existe la otra habitación, es más pequeña pero aún así con

Gilberto (edición revisada).

Gilberto. Gilberto Sampedro no podría ser llamado una persona normal desde mucho tiempo atrás, no, tampoco es que tuviera dones especiales, ni levantaba camiones con un brazo, ni mataba toros rompiéndoles el cuello ni podía llevar al éxtasis a las mujeres con sólo pronunciar la palabra “córrete”, no, lo que lo hacía especial y único era que el hombre no envejecía, a sus treinta años recién cumplidos Gilberto se seguía viendo como cuando tenía dieciocho, la misma cara de niño, tenía el mismo torso delgado y a pesar de hacer ejercicio seguía viéndose como antes, joven radiante. Gilberto era el asombro de sus contemporáneos, también era la envidia de sus contemporáneas pues todas ellas desearían verse como cuando tenían dieciocho, por estas razones espiaban al pobre hombre siempre y a toda hora que podían, le espiaban por si compraba algo inusual en la farmacia, o si encargaba algo especial por correo, algunas incluso se arriesgaron a espiarlo antes, durante y después que éste se bañ

Eugenio (versión corregida)

Eugenio. Eugenio Buendía descansaba recostado sobre la fría porcelana mientras la madrugada transcurría despacio y la ciudad dormitaba, entonces, el sonido del interruptor y la luz del pasillo lo sacaron de su tranquilidad, además como si eso no bastara, el hombre que entraba en el baño, obligándolo a desaparecer, no venía con las más higiénicas intenciones. Cuan triste era la “no-vida” de Eugenio, si al menos el destino hubiese sido más compasivo con él, al final de su vida, no se hubiera convertido en el hazmerreír del más allá , destinado a pasar la eternidad entera en el sanitario, condenado a no poder resolver ese asunto que, por razones del azar, tuvo que dejar irremediablemente a medias. Noche tras noche, día tras día, el eterno desfile de visitantes le recuerda palabra por palabra la frase que tanto escucho tiempo antes de morir: “cuida tu colesterol”. Ahora era muy tarde para lamentarse el no hacer caso, pero es que jamás lograba avanzar en su paso al “más allá”, inc