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Mostrando las entradas de agosto, 2015

De supervivencia y otras cosas.

Yo sobreviví a Soledad. La sientes, esa frase que nace de tu orgullo, “ya la superé”, te mientes a ti mismo al decirla Y esperas que tu actitud estoica convenza a otros, A aquellos que no saben el infierno que arrastras, No, algo dentro de ti sabe que no es cierto, Porque nadie supera a nadie, cuando mucho Y con algo de suerte, sobrevives a alguien. Yo sobreviví a ella, a la niña de ojos claros, De blanca piel y labios tersos, a Soledad. Sobreviví a las marejadas que eran sus besos, A las tormentas de sus palabras y gemidos Y a esos terremotos en su vientre al hacer el amor. Sobreviví después al vacío, al silencio, A ese maldito invierno de camas vacías, A los lamentos, a los llantos, a la culpa, A ese momento en que mutile parte de mi Y escupí ese nefasto “por favor, no te vayas”. Sobreviví también a las putas, a las drogas, Al callejón de sexo y rock&roll al que me metí Buscando un aliciente a su  maldiciente  ausencia. Sobreviví a

Crónica de una pesadilla

Lo primero que recuerdo es estar acostado sobre una colina, veo el cielo tapizado de nubes de forma tan uniforme que pareciera que el cielo es color blanco, me levanto del césped, la frase "donde el césped es más verde" debe hablar de un lugar como éste, bajo a la calle, esa única calle que se puede ver hasta donde alcanza la vista. No hay nadie en la calle, existe un silencio pétreo, no hay viento ni canto de aves; grito, no hay respuesta, deambulo por la acera mirando las casas, son todas iguales, miro a través del cristal de las ventanas e incluso por dentro son todas iguales, hay un televisor y un sofá en cada una de ellas, giro la perilla de la primera puerta y está cerrada, pruebo con la de al lado y es lo mismo, al igual que las de la acera de enfrente. Camino por esta calle por lo que parecen horas, inútilmente pruebo abrir las puertas, los cristales no se rompen no importa cuan fuerte o con qué los golpee. De pronto a lo lejos escucho un zumbido, corro en direcci