De supervivencia y otras cosas.

Yo sobreviví a Soledad.

La sientes, esa frase que nace de tu orgullo,
“ya la superé”, te mientes a ti mismo al decirla
Y esperas que tu actitud estoica convenza a otros,
A aquellos que no saben el infierno que arrastras,
No, algo dentro de ti sabe que no es cierto,
Porque nadie supera a nadie, cuando mucho
Y con algo de suerte, sobrevives a alguien.

Yo sobreviví a ella, a la niña de ojos claros,
De blanca piel y labios tersos, a Soledad.
Sobreviví a las marejadas que eran sus besos,
A las tormentas de sus palabras y gemidos
Y a esos terremotos en su vientre al hacer el amor.

Sobreviví después al vacío, al silencio,
A ese maldito invierno de camas vacías,
A los lamentos, a los llantos, a la culpa,
A ese momento en que mutile parte de mi
Y escupí ese nefasto “por favor, no te vayas”.

Sobreviví también a las putas, a las drogas,
Al callejón de sexo y rock&roll al que me metí
Buscando un aliciente a su maldiciente ausencia.
Sobreviví al vacío, al pesimismo, a la vergüenza,
A la falta de sentido y a mandar al carajo mi vida.

Y sobreviví a todo lo que la vida me puso adelante,
Sobreviví porque era lo que se esperaba de mí,
Porque nací hombre y sólo hincamos la rodilla en tierra
Por una razón, que no es decir “me rindo”,
Que fácil habría sido darme por vencido, cruzar los brazos
Y dejar que la vida me arrancara la cabeza.

Pero no, había que seguir adelante, cerrar ciclos,
Pasar la página y tantas estupideces que se dicen
Cuando ves a alguien jodido con sus sentimientos;
Seguí por inercia, quizás por orgullo también,
Porque como dijo Chavela Vargas,
“de amor nadie se muere, ni por falta ni por sobra…”.

Paliacci.

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