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Mostrando las entradas de diciembre, 2013

Gloria y Sebastian

Todas las historias de amor deberían empezar por tener a dos personas que se cruzan un día por casualidad y que desde el primer momento algo les dice que están por tener una de esas aventuras que han de cambiar sus vidas para siempre, que es lo que siempre han estado esperando y que deben dejarse llevar por ese torrente de emociones y acciones que los lleva al clímax de la felicidad dónde a pesar de los problemas y los agravios pueden estar juntos y vivir en la armonía de su amor al caminar  de la mano rumbo al atardecer. O al menos eso es lo que nos han enseñado todo este tiempo, pero, ¿Qué hay de todos aquellos amores difíciles?,  ¿aquellos amores que no caben en el ideal que los libros, la música y las películas nos quieren poner como dogma, acaso no merecen una historia dónde se pueda ser feliz sin ir exactamente de la mano hacia el atardecer rojo? Para ellos es que dedicó éstas líneas, que mis palabras sean puente por donde se cruce el abismo del rechazo y la desaprobación, que,

Eugenio.

Eugenio Buendía descansaba recostado sobre la fría porcelana mientras la madrugada transcurría despacio y la ciudad dormía, entonces, el sonido del interruptor y la luz del pasillo lo sacaron de su tranquilidad, además como si eso no fuera suficiente el hombre que entraba en el baño, obligándolo a desaparecer, no venía con las mas higiénicas intenciones. Cuan triste era la “no-vida” de Eugenio, si al menos el destino hubiese sido más compasivo con él, al final de su vida, no se hubiera convertido en el hazmerreir del mundo post mortem , destinado a pasar la eternidad entera en el sanitario, condenado a no poder resolver ese asunto que, por razones del azar, tuvo que dejar irremediablemente a medias. Noche tras noche, día tras día, el eterno desfile de visitantes le recuerda punto por punto y palabra por palabra la frase que tanto escucho tiempo antes de morir: “cuida tu colesterol”. Ahora ya era un poco tarde para lamentarse de no hacer caso, pero es que jamás lograba avanzar

Gracias (Carta introspectiva).

Gracias por tus silencios largos, por tus sonrisas de niña, por el temblor de tu pecho, por el sabor de tus labios. Porque aún y cuando hayan pasado todos estos años, tantas historias, conservo conmigo tu recuerdo, una canción y un lugar en mi mente. Me siento un completo idiota, pero hay que reconocer las cosas y no he podido olvidarte, te quedaste clavada en mi alma, quién sabe hasta cuando, quién sabe hasta donde. He sido un total desastre desde que no estas aquí, he roto muchas reglas y mil catástrofes me han arrasado. No, no es mi intención dar a entender que con tu regreso todo lo que está mal en mi vida mágicamente desaparecerá y que ésta, mi vida por fin tendrá sentido. No soy ingenuo, contigo, sin ti, lo que haga de mi vida, únicamente, depende de mi, lo bueno y lo malo, en realidad escribo esto por otras múltiples razones. La primera, aunque trillada, es que quiero, en este ultimo intento, cerrar este ciclo que ya tiene demasiado tiempo ab