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Mostrando las entradas de noviembre, 2014

Réquiem por la otra tú.

Tú no eres tú. Y no, no es filosofía barata, ni esas estupideces esotéricas que hay cada idiota que se cree. No, lo digo por lo que veo en ti, mejor dicho, por lo que ya no veo en ti, no te reconozco, no sé si eres tú, bien podrías ser otra mujer cualquiera, otra con tu cara, tu pelo, tu risa. O podría ser que a tu cuerpo le extrajeron el alma con un bisturí, le cosieron la de ésta mujer hueca y la verdadera tú está sola, pasando frío, metida en formol, un alma en la repisa ignorada del laboratorio de algún loco. Me duele ver a ésta que dice ser tú. duele verla bailar, verla reír, duele que no seas tú en realidad, me dueles y te extraño. Extraño nuestras tardes, nuestras risas, esas que sí tenían sabor a ti, te extraño, mil veces te extraño y esta mujer que se parece a ti, finge tener tu mirada, pero miente, basta un instante para notar que en sus ojos falta brillo, pues sus ojos son opacos, grises, muertos, no son ojos color paraíso como los tuyos. Au

Del frío.

Creo que nadie puede recordar la primera vez que sintió frío, quizás porque éramos demasiado pequeños, quizás porque no le dimos importancia, o porque no entendíamos que pasaba. La primera vez que sentimos frío, fue el instante mismo de venir al mundo, eso, el frío, fue la carta de presentación con que el mundo nos recibía, un gélido abrazo y un presagio de cómo funcionarían las cosas. Porque el mundo es frío y puedo decirlo sin temor a equivocarme, aunque poco puedo yo saber al respecto, hemos de preguntar a los sin voz, a los sin techo, a aquellos que duermen bajo un mísero pedazo de papel o cartón en la banca de un parque. Pero no sólo está el frío de los elementos, lo que más víctimas cosecha en las heladas es el frío de los corazones de aquellos, que viendo sufrir al desvalido miran a otro lado, incapaces de sentir la más mínima compasión por él, por un hombre cualquiera, por un “Don Nadie”.