Los Crononautas (The future fart)

¿Qué sabemos de las paradojas, o sobre los viajes en el tiempo en general?, ¿qué sabemos en sí sobre el tiempo?, ¿el tiempo es acaso una construcción de nuestra mente para registrar nuestras memorias?, ¿es acaso como un río de acontecimientos, imparable y siempre distinto, o se puede detener y analizar parte por parte?, tales son las preguntas que han poblado de dudas a las mentes más brillantes de todas las eras, sin embargo para el crononauta Miguel Bow, el tiempo, su naturaleza y los viajes en él sólo son una pérdida de vergüenza.

Todo comenzó mucho tiempo antes de que él naciera siquiera, un día un grupo de físicos e ingenieros creó una cámara aislante del tiempo, mediante el uso de taquiones, gravitones y otras partículas elementales lo que estuviera dentro de ella era inmune al paso del tiempo que todos sufrían en el exterior, fue un gran éxito para la comunidad científica, pronto un sinfín de usos se discutieron con base en ella, pero para probar su eficacia los científicos debían probar que su invento no era sólo humo así que pusieron dentro de la pequeña cámara un burrito. Un simple burrito casero, lo hicieron así para probar que nada afectaría al burrito, era un alimento perecedero, si la cámara atemporal fallara éste pronto se vería cubierto de bacterias y de moho, pero no fue el caso, pasaron 2 meses sin ningún cambio en el burrito, y se considero un éxito rotundo cuando 3 años después de ser colocado ahí los hilos de vapor que exhalaba el burrito seguían ahí desafiando al paso del tiempo.

Comenzó entonces la última gran revolución industrial del hombre, el diseño de la cámara fue mejorado y sus capacidad variaron con cada nueva modificación, ahora no sólo detenía el tiempo, también era capaz de acelerarlo, se podía encargar a una constructora equipada con esa tecnología un edificio que tomaría años construir y tenerlo listo a la mañana siguiente, por una cantidad astronómica de créditos valga la pena decir, porque también se podía regresar el tiempo de una persona, la gente gastaba una fortuna para perder diez, veinte o hasta treinta años, con el simple accionar de un botón. Parecía que todo era fantástico, la humanidad jamás había sido testigo de tales progresos, un día muchos eones atrás el hombre conquistó el fuego y fue capaz de conquistar al mundo, ahora que el hombre había conquistado el tiempo, el universo era su patio de juegos.

Entonces llegaron los crononautas, al principio se lanzaron objetos al pasado, nada hacía más gracia a los investigadores que ver un objeto de su época en fotografías antiquísimas, por lo general los objetos no permanecían mucho tiempo en el pasado antes de regresar al futuro, además los cálculos necesarios para hacer que estos llegaran al lugar deseado del tiempo deseado eran enormes, y luego estaba el problema de que los organismos vivos eran inestables durante los viajes, una incontable cantidad de cactus explotaron, implotaron y quedaron deformados durante las pruebas, hasta que los científicos llegaron a la solución de implementar un traje mediante el cual los cactus estuvieran aislados de la corriente externa del tiempo, tales pruebas fueron el detonante para las pruebas con animales, pequeños roedores equipados con el traje fueron los primeros crononautas oficiales. Las pruebas para ello eran bastante peculiares, los lunes se programaba que el jueves se enviarían a los roedores al martes a una hora determinada, entonces el martes se analizaba a los ratones que llegaban, los comparaban con ellos mismos y se enviaban de regreso; el jueves se enviaban los ratones al martes para verlos volver de inmediato y analizarlos, los viernes se comparaban los resultados de la semana y se dejaba a los pobres ratones descansar el fin de semana.

Y es así como Miguel se convirtió en crononauta, un hombre con espíritu aventurero y deseos de ir más allá, supo que era su momento cuando se solicitaron voluntarios para viajar en el tiempo, el anuncio no dejaba claro a qué época ni a qué lugar pero poco le importaba, él quería ser parte de la historia. Se esforzó y fue quien más destacó en el entrenamiento, obtuvo así el privilegio y riesgo de ser el primero. Pero los científicos en ese momento no tenían claro a dónde o mejor dicho 'a cuándo' deberían hacer el viaje. Se discutía si debía ser sólo un viaje de rutina, repetir el método usado con los ratones, pero esa opción tenía por detractores a aquellos cursis que opinaban que el primer viaje debía opacar al hombre pisando la luna e incluso debía superar la conquista de Marte, debía ser un viaje que develara misterios que hubieran estado ocultos hasta ese momento. Se debatieron muchas opciones, había muchas cosas que la humanidad deseaba saber, hasta que alguno de ellos dijo: "¿qué tal el misterio de Virginia Uberwald?, se dice que una noche siendo niña estaba mirando por la ventana cuando un ruido precedente de fuera le hizo gritar y correr buscando a su madre, como se ha dicho ese suceso fue lo que le provocó terrores nocturnos y por ello fue que más tarde se volvió la mejor escritora de terror de su tiempo; si volvemos y vemos qué fue lo que la espantó habremos resuelto un misterio enorme", eso convenció a todos los demás.

El día elegido para el viaje fue el 12 de abril, el mismo día en que aquello ocurrió casi quinientos años atrás, Miguel estaba nervioso, era claro que se trataba del más grande logro de la humanidad hasta ese entonces; no había dormido mucho la noche anterior y no había comido bien, mientras se hacían los preparativos para el viaje Miguel iba camino a la cafetería cuando pasó por el laboratorio y ahí lo vio, había un burrito dentro de una extraña lonchera, consideró que preferiría pedir disculpas al dueño después así que sin más lo comió. Se listó el mismo y estaba todo listo para el viaje, entró en la cámara del aparato y todos los demás echaron a andar la maquina. Se esperaba que durante el viaje se viera un túnel con caminos de luz y luces estroboscopicas, pero sólo fue una luz abrumadora y de pronto Miguel se encontraba en un bosque, hacía frío y estaba muy oscuro, pero esto era quizás resultado de un pequeño fallo en los cálculos o algo deliberado para que nadie se diera cuenta de su presencia, revisó sus instrumentos y habiendo encontrado la ruta se dirigió a la cabaña. Era un trayecto corto de un par de kilómetros, él se encontraba en excelente forma física así que no le supondría un reto, sin embargo, la algarabía en su vientre parecía indicar que no lograría hacer el trayecto en un solo momento, su malestar se incrementaba con cada paso que daba, pero él sabía que su tiempo era limitado si se entretenía más de la cuenta no podría descubrir el misterio y quedaría como un fracaso, así que no se detuvo, sabía que si fracasaba un equipo posterior iría, por ende mientras no se encontrara con nadie más en un traje de crononauta aún tenía asegurado el éxito. Cuando llegó al limite del bosque vio la cabaña, activó el camuflaje óptico de su traje y se fue acercando poco a poco, entonces la vio, la niña no tendría más de cuatro años, estaba en camisón sosteniendo una vela y mirando hacia las montañas, Miguel se inclinó para colocarse bajo el marco de la ventana y ver con sus propios ojos lo que había causado los terrores nocturnos, satisfecho por haber cumplido su misión cuando desde su traje se escapó la flatulencia más grave, larga, sonora y estruendosa que él recordara nunca, seguida del grito de la niña dentro de la cabaña. Volteó hacia todos lados pero el bosque se encontraba en calma, ni un lobo u oso a la visto, el placido viento apenas y movía las copas de los pinos, sonó su alarma y el traje lo llevó de vuelta al presente, ahí avergonzado entregó la grabación al equipo de investigación y se fue corriendo a la enfermería.

Hubo risas en el laboratorio, no tantas como Miguel había pensado que habría, uno de los científicos más antiguos le dijo que se alegrara, que con su hazaña habían descubierto un par de cosas, entre ellas que el pasado no se puede alterar así que habría más viajes para comprobarlo y que si alguien come un burrito de más de ciento cincuenta años se enfermara, no por el burrito sino por las bacterias en sí. Se hizo famoso claro, no como él hubiese querido, en vez de ser "El gran Crononauta Miguel Bow" por la red se le conocía como "The future fart".

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